Le ofrezco fruta.
Pongamos, por ejemplo, que le ofrezco mandarinas.
Están dulces, le digo.
Pero todo se empeña en ser a su manera
y nunca hay dos exactamente iguales.
Las propias manos, de hecho, no son iguales, sino simétricas.
Y sí, son dulces, pero es otro el dulzor.
9 months ago