Me gustaba imaginar que la luz roja en el piso del edificio de enfrente respondía a cuestiones de sensualidad, pero hoy me he enterado de lo de la melatonina.

Hay diecisiete formas de desvelarse de madrugada y lo sé porque las he probado todas.

Me hago un poco de lío con lo de que haya que perseguir lo que se quiere pero que a la vez lo que tenga que ser será.

Mi PRIMERA viralización en TRECE años de Twitter, que no estéis allí para verlo es un alivio porque eso siempre pasa con los tuits más tontos.

Mi método para no enloquecer por una cosa es enloquecer por otra cosa.

Recuerdo cómo iba vestida el día que te conocí pero no recuerdo si me he tomado el segundo café.

Qué tierna la duda cuando nace, y qué prometedora, hasta que empiezan a crecerle barbas y apéndices y se le deforman los dedos y de pronto tiene cinco piernas con un ojo en cada rodilla y la boca le habla en arameo con tres lenguas cubiertas de escamas y en lugar de cejas tiene dientes.

Noviembre en Asturias, otoño en Oviedo. ¿Qué más pedirle a la vida? Muy ilusionado con mi presentación del jueves que viene, 6 de noviembre, en la librería Matadero Uno y acompañado por mi amiga @belensuarezprieto.bsky.social. 💚

Qué se estará llevando este viento y a dónde.

Es triste el autoengaño, pero más triste es el automasaje.

Mi zona de sinfort.

En la tierra de los cementerios crecen cipreses y novelas.

Disponibilidad emocional suspendida por avería en el suministro.

Última semana para visitar mi expo «Los monstruos» en Clara Campoamor (Barakaldo)… En breve, viajo con ellos a Barcelona…

Lo que opino acerca de la temporada otoño-invierno, el trabajo y los algoritmos despóticos.

Siguiendo el ejemplo de @supervivens.bsky.social a las próximas cinco semanas las llamaré cromos repetidos.

A los próximos cuatro meses los llamaré sótano.

En honor a los años que pasé confesándome en Twitter, diré que llevo una década esperando a que se me pase este miedo agudo a leer los diarios de Alejandra Pizarnik.

Hay libros que son un animal que te sostiene la mirada con un trozo de carne ensangrentada en el hocico. 🤍 Cuentos atados a la pata de un lobo, de Angélica Liddell.

No poder hablar de ello es la circunstancia idónea para transformarlo en ficción.

«Yo soy de la clase de persona que camina por el mundo invitando a su propia destrucción». 'Cuentos atados a la pata de un lobo' Angélica Liddell

🖤

Hoy he visto a 2025 escribiendo a escondidas su testamento vital.

He visto Devuélvemela y esta noche me acuesto contenta y agradecida.

Retirarte de donde no hagas falta, dormir mejor, resguardarte entre dos páginas de un libro cerrado.

Mimetización.

¿No os dais cuenta, adeptos del orden alfabético, de que seguir un criterio subjetivo posibilita reordenar* los tesoros de la estantería cada cierto tiempo? ————— *Revivir, sopesar, hojear, oler, tocar, ponedle un poco de sentimiento, joder.

Edmund Husserl preguntándose hasta qué punto su discípulo Martin Heidegger ha tenido algo que ver en su fulminante destitución como profesor emérito de la Universidad de Friburgo (1933).

Sé exactamente cuál quiero leer y no es ninguno de los que tengo aquí, qué hago, me empeño en conseguirlo cuanto antes, domino el deseo y me dedico a los que están al alcance de la mano hasta que se presente la ocasión de tenerlo, impaciencia o autocontrol, qué se hace, qué tengo que hacer.

Tarde de domingo, resaca apenas perceptible, Instagram, scroll en la tienda de lencería, libros sobre la cama, mensajes no enviados, la lavadora sin poner.

Dónde vives, yo aquí.

He vuelto. Pero muy seria y fingiendo indiferencia.

No digo que esto no sea impactante desde el punto de vista feligrés, pero tú imagínate que estás en una orgía tan feliz y días después descubres por la prensa que te has tirado a un cura, madre mía, yo si follara con un cura querría saberlo en el momento.

Ponme sangre, monstruos, posesiones, sacrificios, zombis, fantasmas, brujas, vampiros, catástrofes, distopía, canibalismo, pero no me pongas una araña en el suelo de la sala porque entraré en pánico de pie en el sofá.

Ha sido un martes de finales de septiembre anodino. De esos días que echas de menos luego en navidad, en semana santa, el día que te diagnostican o un domingo de elecciones. En definitiva un buen día, casi feliz, como todo lo pueril.

He descubierto que me ha robado la imagen de cabecera un tipo cuya cuenta es una colección de fotos de hombres mostrando sus enormes (¿qué palabra es admisible aquí?), y cómo me jode, con el valor sentimental que tiene para mí esa foto.

Quizá esta semana vuelva a la biblioteca, fingiendo que está todo bien, que aquí no ha pasado nada.

Una tarde titulada «Mariana Enriquez, I WANT TO BELIEVE y el perro que me mordió». Lo cuento en mi Instagram, por si tal.

Estoy en la primera fase del duelo: eligiendo el arma.

No, en serio: ¿qué se hace con las fajas de los libros?