Me cuesta tanto perdonar. Perdonarme a mí mismo ya ni lo contemplo, así que no me puedo permitir el lujo de enfadarme, de equivocarme, de arriesgarme, de relacionarme, de amar o, simplemente, de confiar. Ni siquiera puedo pelar un melocotón por si se me resbala y se me cae en el aceite del filete.
about 1 month ago