Adelaida abrió con precaución la puerta del desván de la vieja casa encantada para encontrarse a aquella muñeca que aparece decapitada en sus sueños. Esta vez, con forma humana, sujetando unos ojos en sus manos ensangrentadas. Uuuu, vaya par de bufarracas, pavo, está pacer bbrrbrbr, eclamó Adelaida.
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