loading . . . Hyperion, de Dan Simmons He tardado mucho en escribir este texto porque… ¿Qué resulta más difícil que hablar de la obra de ciencia ficción definitiva?
Me resultaría mucho más sencillo hablar de _Dune_ o de _Star Wars_. A quien conoce _Hyperion_ no se le puede decir mucho nuevo en un breve texto introductorio. A quien no conoce al Alcaudón es difícil transmitirle la grandeza de la obra.
No me queda otra que hablar para quien no la conozca, por cuanto tiene esta sección de recuperación de clásicos. «Recuperación» de una obra que se reedita constantemente, vale, pero si preguntamos a la mayor parte de los lectores de nuestro país seguramente no la conocerá ni el 2%.
¿Por dónde empezar? ¿Argumento? Ya cuesta. Siete peregrinos viajan al planeta Hyperion a las Tumbas del tiempo, hogar del legendario Alcaudón, una entidad extraterrestre venerada por locos fanáticos, a pedirle un deseo. Según se sabe, seis de estos peregrinos vivirán una eternidad de agonía extrema, empalados en un árbol de metal, y el restante verá cumplido su deseo. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Esto no era ciencia ficción?
Cuesta mucho decir que _Hyperion_ no es ciencia ficción, aunque también es cierto que coquetea con los límites de la literatura fantástica o la onírica. Ahora bien, ciencia ficción es, sin duda alguna. Es ciencia ficción de un modo apabullante.
Por lo pronto, el primer volumen nos cuenta la historia de cada peregrino, la cual se corresponde a su vez con un subgénero de la ciencia ficción, como el cyberpunk o la cf bélica. Y en esos aspectos es cf pura y dura.
El segundo volumen (sí, hay un segundo volumen titulado _La caída de Hyperion_ , pero no caigas en la trampa; es la misma novela, que continúa ahí) nos cuenta la condena de estos peregrinos y su redención.
Creo que es importante resaltar ya que el autor ―Dan Simmons― era un gran experto en literatura y profesor de escritura creativa. El tipo maneja. Ya el argumento pretende ser un trasunto de los _Cuentos de Canterbury_ , de Chaucer, que tenía un propósito «similar» respecto a géneros medievales en pleno siglo XIV. Simmons adapta las estructuras narrativas de cada historia al género, así como los protagonistas, el lenguaje y el tipo de trama. Engarzado en la novela en su conjunto, no solo son relatos ágiles, exhaustivos, adecuados al género correspondiente, sino también una reflexión sobre dichos géneros. Por ejemplo, las trascendentes historias de amor de tres de ellos ―primer contacto, belicista y cyberpunk― están adaptadas a las inercias de los géneros correspondientes y sus peripecias no serían posibles en un género realista. Es decir, no se limitan a poner una escena de amor en un escenario extraterrestre. Que sea extraterrestre cambia sustancialmente la escena de amor y, con ello, llevan el propio subgénero a otros lugares respecto a los tradicionales, con nuevas interpretaciones.
Más allá de eso, la conclusión de cada historia tiene directa relación con el final de la obra y su relación con el Alcaudón con un cierre que ata todos los cabos y deconstruye las propias tramas que hemos vivido. En este sentido, el Alcaudón representa una especie de _fatum_ demoníaco, extremadamente misterioso y hermético, que simboliza lo ajeno, el tiempo, la muerte y el sufrimiento como vehículos de la vida y culminaciones de los proyectos humanos.
El Alcaudón, una figura que puede cambiar de proporciones, pero que siempre aparece como una especie de enorme criatura metálica con el cuerpo compuesto de cuchillas. Jamás habla. Jamás muestra ningún ánimo de comunicación. Un villano único, existencialista al mismo tiempo que religioso. Esta contradictoria y brutal propuesta tiene que ver con la naturaleza definitivamente material de la criatura y sus implicaciones religiosas. La lucha contra el Alcaudón es una lucha épica e íntima al mismo tiempo, donde los demonios internos de cada uno se manifiestan en la manera en que se relaciona cada individuo con esta aberrante criatura. Hay un algo lovecraftiano, cenobita, en él.
Todo esto ocurre contra el fondo de una lucha intergaláctica contra unos extraterrestres en la que el bando humano está controlado por una Inteligencia Artificial ―el Tecnonúcleo― nacida de los suburbios de la razón humana. La trama política es tan desbordante como la íntima de cada personaje, con numerosos actores que discuten los efectos políticos y militares. Apocalipsis, invasiones extraterrestres y diásporas a través de numerosos planetas completan los tropos característicos de la ciencia ficción. Para colmo, Simmons conecta todos los planetas con portales de transporte inmediato en los que los millonarios pueden meter una habitación de su casa en un planeta y el cuarto de baño en otro; planetas recorridos por un único río navegable que fluye a través de los portales. Decir « _Hyperion_ » y «sentido de la maravilla» es redundante.
Todo ello con la obra y la biografía del poeta John Keats de fondo. (Clonado en la novela, como era de esperar.)
Mucha información. Sí.
En esta combinación de estilos, personajes, tramas y géneros, Simmons fusiona a su vez la ciencia ficción más obsesionada por el trabajo del lenguaje y la experimentación, propia de la _New Wave_ ―las escenas en el árbol podría haberlas firmado Michael Moorcock―, con el _pulp_ más desquiciado. Todo tiene coherencia. Todo se ensambla como si fuera una única realidad, construida mediante un cuidado exquisito de las palabras, las figuras retóricas, las descripciones, el valor de los espacios y de las emociones y de los sentidos. Simmons cree en la literatura como producto de hermosura gramatical, pero también como creador de imágenes inspiradoras. Proust, Philip K Dick y Hemingway en una sola nota de piano.
Es una obra sobre la literatura ―tanto la de cf como toda en general―, sobre la poesía, sobre la narrativa, sobre la tradición, sobre el canon, e incluso tiene su poeta desquiciado, como uno de sus más célebres personajes: Silenus, una figura tan alegórica como concreta y única, una representación del poeta maldito, pero también del esclavo de las editoriales. Incluso se habla del mercado editorial, aunque hiperbolizado a nivel galáctico.
Si no has leído _Hyperion_ y quieres intentarlo, te recomiendo que te dejes apabullar, que no esperes nada superfilosófico, alegórico, virtuoso. Es todo eso.
Pero no lo esperes. Déjate solo embriagar por la entrada a la novela:
> El cónsul de Hegemonía estaba sentado en el balcón de su nave espacial de ébano y tocaba el Preludio en Do sostenido menor de Rajmaninov en un antiguo, pero inmaculado Steinway, mientras grandes y verdes enormes saurios bramaban en los pantanos a sus pies.
Y luego sigue leyendo.
Deja fluir las muchas y sublimes historias que te van a contar. Disfruta la cadencia de las frases y los disparos, los sueños rotos de un padre amoroso y el amor en la red virtual entre un ser humano y el clon de un poeta muerto. Viaja en un velero sobre un mar de hierba al encuentro del monstruo definitivo, para que te abrace con sus cuchillas. Y vence a la muerte.
Con _Hyperion_ se pegó el portazo a cualquier estúpida duda que quedara respecto a que la ciencia ficción es grandísima literatura.
Cuidado. No digo que tenga que gustar a todos. Conozco a personas a quienes le ha parecido intragable o artificialmente fatuo o que ha envejecido mal. Muy respetable. Esas tres ideas representan mi propia percepción, de la primera vez que lo leí.
Sin embargo, ahora, varias décadas después, durante esta relectura, una noche soñé con el Alcaudón.
_Hyperion_ y _La caída de Hyperion, de Dan Simmons_ (Ediciones B, Nova Ciencia Ficción, 1991)
_Hyperion (1989) / The Fall of Hyperion_ (1990)
Trad. Carlos Gardini
469 y 736 pp. Tapa Blanda.
Ficha en La tercera fundación
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