Haymitch había conseguido que Effie le trajera una radio y estaba escuchando algunos éxitos de antaño. En el distrito habían tenido una radio de contrabando cuando era crío, pero los agentes de la paz la habían confiscado. Haymitch se sabía algunas canciones de memoria y escucharlas de nuevo +

—Creo que es compasión... Pero sí, tampoco son una amenaza —Kantniss no tiene mal fondo, pero es como un gato panza arriba—. Y no creo que os odie realmente. Sólo necesita conoceros más. Por desgracia no tenemos tiempo.

—No sé cómo conseguir que Katniss confíe en él —se mordió el labio inferior, pensativo. Era la gran noche y todos los tributos lucían sus mejores galas. Él, como siempre, iba vestido de canalla elegante—. Hablaré con Finnick después de la entrevista, a ver qué se me ocurre.

—¿Con quién hablas tan contenta?

¿Jo?

Noches, noches.

No, no lo harías. No dejarías a Finnick y a los demás en la estacada. Y yo tampoco. Pero lo deseo... —Sacudió la cabeza y sonrió—. Gominolas. Así mató Snow a mi novia cuando vencí en los juegos. Era una cría de quince años... Yo acababa de cumplir dieciséis... el día de la Cosecha.

—No, no lo soy. Soy un egoísta, Johanna... —Le levanta el rostro para mirarla a los ojos—. ¿Sabes? Si me dijeran ahora mismo que puedo irme de aquí contigo me costaría mucho quedarme. Katniss, Peeta y los demás confían en mí y en el fondo yo dudaría. Porque quiero salvarte. Dudaría, joder.

Se abraza a ella, concentrado en escuchar el latido de su corazón. Está viva a su lado y eso es todo lo que importa. Se siente un traidor porque en el fondo de su corazón desearía poder escapar con ella, aunque eso significase dejar a otros atrás. A Katniss, a Peeta. —Soy... Soy una mala persona...

—¿Me harás ese favor? Es lo único que pido... Por favor —de pronto la idea de que Snow utilice ese recurso para acabar con ella para acabar de romperlo hace que entre en pánico.

En realidad no sabe cómo podría afectarles más de lo que ya les afecta. A Snow le encantaría saber que ha vuelto a enamorarse sólo para quitársela. De hecho, está seguro de que utilizaría el mismo método. —Johanna... Si alguien te ofrece gominolas no las comas. Nunca. ¿De acuerdo?

Están tratando de mantener su relación en secreto, pero ya algunas personas lo saben. ¿Cómo afecta eso a la política de mentores y a la competitividad entre tributos? No tiene ni idea. Y lo peor es que Katniss desconfía. La acuna un poco contra él.

*

Se gira para besarle la cabeza y la rodea con el brazo, protector.

—Si te gusta, sí —se sienta a su lado.

Le pone el gorrito.

Noches...

—Seguro que no te lo dicen porque les amenazas con un hacha...

Le devolvió el beso con ternura. Johanna Mason había conseguido enamorarlo... Y en estos juegos acabaría por perder la razón.

—¿Sabías que tus ojos sonríen? No sé cómo lo haces...

Se acerca más a ella. Su presencia le reconforta.

Noches... —Ha sido un día muy largo.

Se queda mirándola con una sonrisa en los labios hasta que Katniss le da un empujón—. ¡Pero bueno! —Peeta sonríe. Haymitch sabe que el chico está haciendo aliados y que Johanna es uno de ellos.

Parpadea un par de veces, atontado, pero después la sonrisa socarrona vuelve a su rostro. —Claro, preciosa. Cuando tú quieras.

No es que él se vaya a resistir, aunque están montando un espectáculo bastante llamativo, a decir verdad. Casi hasta puede escuchar el jadeo de incredulidad de Katniss.

Oh, y él se deja comer. Uff, vaya que sí.

Lo acaba de dejar mudo. Está preciosa...

Una vez más Snow va a conseguir que sufra como un perro...

Le encantaría saber eso...

Noches, noches...

—De acuerdo, A la mía entonces. Última planta, no hay pérdida —habían puesto a los tributos por orden desde la primera a la última planta del lujoso edificio. Así también los podían vigilar y los curiosos podían acercarse si conseguían el beneplácito de los tributos. Por supuesto, Haymitch no lo +

No sabe si Johanna sólo lo quiere para ahogar las penas y olvidarse de todo, pero no le reprocharía nada si así fuera—. Donde tú quieras, estoy a tus órdenes —le hace una pequeña reverencia.

Sacude la cabeza. Nunca fue un canalla, pero está claro que el look le sienta bien—. Me alegra que te guste... ¿Eso quiere decir que nos veremos más tarde? ¿Después de las entrevistas?

—Sí... ¿Quién coño querría vomitar para comer de nuevo? No tiene sentido.

¿Tú también piensas que soy un canalla? —Le da la risa—. Igual sí lo soy. ¿Vienes y lo compruebas?

¿A quién observamos?

Buenas noches...

La observa por unos instantes. Está descubriendo a una Johanna tierna y vulnerable y le parte el corazón saber que también tiene que entrar en la arena—. Sabes que haré todo lo que pueda... ¿Has hablado con mis chicos? ¿Cómo van las alianzas? Creo que Katniss odia a Finnick...

Podría acostumbrarse a esos gestos cariñosos y sabe que no pueden permitírselo, pero no consigue dejar de sonreír—. No, no tienen ninguna suerte. Créeme. Me pasé veintitrés años viendo morir a niños de mi distrito. Más de la mitad de mi vida... Es mucho tiempo.

—¿No te soprende que lama culos o que les maraville con mis encantos? —La observa con una sonrisita traviesa en los labios.

—.

—Intentaré no ponerme en tu camino —enarca una ceja, divertido—. Pues bien... Ya sabes, lamiendo culos a diestro y siniestro. Los tengo maravillados con mi encanto —en el Capitolio nunca dejaron de creer que era el "granuja" que les vendieron en el segundo vasallaje de los veinticinco.

—Bueno es saberlo... —No se le ha borrado la sonrisa—. ¿Qué tal el entrenamiento? —Él se ha pasado la mañana buscando patrocinadores.

—Uuh... ¿Ya hemos llegado a ese punto? —Sonríe de oreja a oreja—. A la tuya, por supuesto.

—A la compañía, por supuesto.

Concentración y una pizca de odio. Not bad.

Buenas noches.