Vuelvo con mis 💌 ladydistopia.substack.com/p/aceptando-...

Edgar Sumatra pasó décadas buscando un propósito, algo que le devolviera las ganas de vivir. Hasta que dejó su trabajo, se compró un terreno con sus ahorros y construyó un artefacto con el que poder volar. Ahora, durante una media de 38 segundos al día, era extremadamente feliz.

No se conoce la razón por la que, en la plaza más concurrida de 7 ciudades del mundo, existen 3 puntos concretos de 2 metros cuadrados que, desde que fueron asfaltados, nadie ha vuelto a pisar. Ahí no cae la lluvia, las voces se diluyen y hasta las palomas lo evitan al pasar.

Los hermanos Tejo y Sauce Honeythunder, propietarios de un parque de tallas de animales extinguidos, descubrieron que si se les rascaba en zonas concretas debajo de las alas, cuernos, antenas, picos y crestas, lo que empezaba como una sonrisa, acababa en una contagiosa carcajada.

Gaspar Derrota pasaba dos tercios de su tiempo de ocio trabajando, y el último, lo distribuía entre las comidas y estudiar, mientras que durante sus horas de oficina trataba de averiguar cómo dividir su día de manera que le quedara algo de tiempo para algo que no fuera calcular.

A veces escucho todo tan a lo lejos que parece que estoy sumergida en el agua. Otras, todo me aprieta, me araña o me roza a contrapelo. Y luego están esos días en los que consigo mantenerme a flote y sonrío aliviada por la distancia de seguridad que va de mi piel hacia dentro.

Akira Madreselva vivía secuestrada por un ruido que la atravesaba como un alfiler a un insecto que se queda sin vida sin parecerlo para que otros lo examinen y le den una narrativa falsa sobre su cuerpo o el tiempo que le queda. Frases congeladas que la iban pudriendo por dentro.

Orlando Deleite encontró por fin sentido a su vida la mañana que entró en una tienda de decoración en busca de una mesita para el rincón de su habitación. Al ver aquel artefacto sufrió un despertar espiritual: a partir de ese momento, en sus ratos libres, sería mueble auxiliar.

Miranda Pech era maestra de huidas eficaces y sus alumnas la adoraban. Aprendían a esfumarse de una forma tan sigilosa, que los demás profesores disfrutaban enormemente al ver cómo se desvanecían los cuerpos de las sillas en movimientos tan sutiles como aburridas eran sus clases.

Cada día a esa hora pasaba una mujer por delante de su casa y después el portero aparecía con una carta nueva. Sus andares le recordaban a los de la profesora que le enseñó a leer, pero no la creía capaz de aquellas críticas tan crueles a los libros que tanto le costaba publicar.

Orlando era seguramente el perro más tranquilo del mundo. Le habían ocurrido tantas desgracias que se le habían gastado los dueños, el ansia y la rabia. Así que, al despertar, deambulaba por las zonas más alborotadas para asegurarse desde primera hora de que aún no estaba muerto.

A veces la vida te suelta un arañazo imposible de esquivar y cuando aún estás intentado entender el enfado del gato, vuelve y sacude el mantel sobre el que se sostiene todo tu mundo. Y te quedas quieto en esa postura imposible, viendo cómo la vida sigue pero solo para los demás.

Anhelar algo tan grande que no eres capaz de nombrar. Como eso que solo te dan los paseos en invierno, con la cara helada y el cuerpo caliente por un abrigo de paño grueso cuyo peso parece que te ayuda a apretar más los pasos contra el suelo, protegida a medida que vas avanzando.

Delilah Belvedere salía cada noche a ventilarse y a estirarse la sombra, ya que en su apartamento, tan estrecho, se rompía por partes, desparramándose por mesillas de noche, cómodas, cuadros y demás enseres, como un desvencijado acordeón.

Mira Rocket Worsley donaba con frecuencia a una famosa casa de subastas objetos falsos de momentos que no sucedieron a artistas tan venidos a menos que ya murieron. Como la manta en la posición exacta en que Duke Ellington la dejó tras echarse una siesta en un motel de Pensacola.

Disturbio Vergara encontró una nota de un desconocido que la citaba en un parque cuyas sillas proyectaban sombras que, mezcladas con las de la valla de los columpios, formaban figuras parecidas a bombillas, lo que le dio para pasear en aquella insólita búsqueda durante un mes.

No había semana en la que Anaconda Davis no llevara a su hermana a tomar la mejor sopa de tomate del condado de Arkansas. Nadie la preparaba como la señora Nowak, que se negaba a compartir la receta y no dudaba en sacar su revólver si alguien insistía en conocer el ingrediente secreto.

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Mirna Copacabana vivía frente a un parque muy concurrido y a veces se le escapaban las horas mirando por la ventana. Inventaba vidas, conversaciones, destinos... pero no conseguía averiguar por qué cada día, a la misma hora y durante 47 segundos exactos, paraban todos los ruidos.

A pesar de que el centro comercial Northland Center de Detroit fue demolido hace años, los tres pisos de aparcamientos subterráneos permanecen intactos bajo el edificio que se alza en su lugar. Y desde todas las plantas se puede escuchar un teléfono público que no para de sonar.

Norma Desencanto no perdía la esperanza de volver a besar a aquel desconocido en un parque de atracciones que ya no existía, en un verano que jamás se repetiría y una ciudad en la que ya no se cabía. Regresaba cada año y algo la sorprendía. Otra razón para seguir intentándolo.

El día en que cayó del cielo una máscara clavada a su ya fallecida abuela Trinidad, Malvavisco Caparrós supo que algo tremendo ocurriría. Corrió a casa, recogió la ropa tendida, encendió la radio y, efectivamente. La vida, que no se detenía a pesar de lo paralizante de su dolor.

Malvavisco Belvedere se fue unos días a una playa, suponiendo que la encontraría abarrotada. No fue así, pero le costó varias días vaciar su cabeza de recuerdos de veranos de su infancia, hasta que, poco a poco, el silencio frenó todo aquel ruido tan deforme y tan desconcertante.

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Olvido Vergara se apuntó a un cursillo acelerado de fotografía zen impartido por un gurú que ofrecía sesiones de meditación celebrando cada momento. Y la ansiedad de pensar que jamás nadie fotografiaría ese cielo con esa arena y ese viento, consiguieron enloquecerla por completo.

Mi libro sigue revoloteando por ahí 😍

Dosis nº1

A Intrépido Carabante le gustaba pensarse domador de hélices aunque en realidad se encargaba de pintarlas. Un trabajo poco lucido ya que, cuanto más rápido funcionaban, antes dejaban de verse. Pero allí estaba él, agradeciendo las ovaciones por su labor en aquel circo imaginario.

El día en que cayó del cielo una máscara clavada a su ya fallecida abuela Trinidad, Malvavisco Caparrós supo que algo tremendo ocurriría. Corrió a casa, recogió la ropa tendida, encendió la radio y, efectivamente. La vida, que no se detenía a pesar de lo paralizante de su dolor.

A Sébastien Gauthier le decían que qué suerte haber sido adoptado por aquella pareja, mientras les veía gastar en ser infelices, huyendo de sí mismos a lugares inhóspitos, reencontrarse en restaurantes donde pedir para no comer y competir contra ellos mismos para parar el tiempo.

La alcaldesa de Eureka Springs, Arkansas, tras las quejas de los vecinos, sumidos en el desánimo total, creó una coreografía a seguir cada tarde. Como una postal en movimiento pero muda de gente entretenida. Con la inercia y los días, se lo empezaron a pasar medianamente normal.

Dondra Dunlop se levantó incapaz de tragar. Salió a dar un paseo, tenía la mente invadida de palabras horribles: Nómina, nausea, finiquito, angustia, transferencia… cruzó, llegó a un parque, se sentó, escuchó a las cigarras y su ruido se apagó. Entonces, empezaron a pasar cosas.

Tabatha BayBrown se negaba en rotundo a hacer castillos de arena como sus hermanos en señal de protesta ante la negativa de su padre a regresar a Montecito cruzando tres estados, para devolver a la mosca que se les había colado en el coche, tan lejos ahora de su familia y amigos.

Mi carta semanal. Suscribíos, que no siempre la subo a las redes. ¡Y es gratis! 😅 open.substack.com/pub/ladydist...

Régula Olivieri recorría el cementerio pensando en todo lo que se había perdido por no estar nunca en el sitio correcto ni en el momento adecuado. Hasta que se dio cuenta de que no traía agua suficiente para regar las flores de todas las tumbas de los que sí lo habían conseguido.

Ocaso Calloway se acostaba un rato cada tarde a esperar a que le llegara la crisis de la mediana edad, pero nada. No había manera. A lo mejor aquella búsqueda constante de imperfecciones desde pequeña estaba dado sus frutos y el disfrutar de su momento vital tan solo era una más.

Mi cartita ladydistopia.substack.com/p/no-hay-nad...

Aquella mañana, los hermanos Björnsson descubrieron que su colegio había desaparecido. No estaba. No quedaba ni rastro de aquel edificio de ladrillo rojo. Así que decidieron aprovechar el día jugando en esa nueva vieja pradera. Eso sí, respetando los turnos y el horario escolar.

@ladydistopia.bsky.social alegrando el día

Destreza Fidalgo recorría las calles preguntando direcciones a quienes en el pasado le hicieron la vida imposible a su madre, una taxista jubilada que a diario y durante décadas, tuvo que aguantar que la increparan, como si, por ser mujer, tuviera que pedir permiso para existir.

Copacabana Bundy fundó Yerbabuena Valley Records, un sello discográfico que cambió la historia de la música para siempre. Subversivo y despiadado, sus álbumes recopilan los diferentes estados de ánimo de artistas referentes en expresar sus emociones con largos y tensos silencios.

Hartas de los olores a comida prefabricada que últimamente impregnaba los muros de Montepulciano, las mujeres del pueblo organizaron una guerrilla para recorrer las calles con pan recién horneado por las mañanas, ajo rehogado a mediodía y guisos de legumbres a la hora de la cena.

Cósmico Linares creció invisible, nunca salía en las fotos familiares porque las tomaba él, el hermano mediano que nadie recordaba, el alumno cuyo nombre nadie pronunciaba. Luchaba contra ello prestándose como voluntario en números circenses cuando un mago necesitaba un ayudante.

Qué poquito queda para estar en Málaga!

¡Málaga! 🤘🏼

Mona Clarck tuvo que dejar su trabajo de aparcacoches en aquel local nocturno de Williamsburg, Brooklyn, cuando en los espejos retrovisores de un Chevrolet Camaro que visitaba con frecuencia el lugar comenzaron a aparecer todos los recuerdos que llevaba años intentando olvidar.

Pues mira, me ha quedado un texto bonito. Aquí va: substack.com/@ladydistopa...

Letargo y Cándida Montalvo se apuntaron a un curso intensivo de felicidad ficticia. Al terminarlo con tan alta puntuación, les hicieron precio para otro de saber estar. A pesar de que su mundo se derrumbaba, ellas mantenían las formas con su sonrisa artificial.