Ha sido fugaz, pero precioso.

Hoy está increíble.

Hoy reunión de hienas, aka equipo.

El calor me enfada.

No quiero conocer más gente. Es más, me gustaría desconocer a gente que ya conozco.

Nos reímos de lo mismo, eso es mucho.

Cuando me río mi perro pone la cara de Risitas, el perro de Pierre Nodoyuna.

Que no se despierten los ruidos hoy.

Hoy soy más lunes que el lunes.

Siempre en las nubes.

Darse cuenta, ese momento te cambia.

Pesadilla erótica.

Voy a hacer ejercicio de fuerza de voluntad y salir de la cama.

Mi mejor versión se está echando la siesta.

No necesito consejos, gracias, ya tengo Instagram.

Me encanta lo profundo, pero da tristeza.

-Te quiero. -Tranquilo, no te voy a utilizar.

Pero quién quiere estar enamorado, los peores años de mi vida.

Dejar ir y no dejar que vuelva.

Cuando digo que es mejor no salir de casa, es con razón.

El sofoco de las ocho y media.

Las mujeres heterosexuales de cierta edad somos la prueba de que no se puede elegir la orientación sexual.

La siesta es primera necesidad. Y punto.

Me da mucho miedo lo caro que es comer, he comprado una merluza con la paga extra.

La libertad tal vez sea no esperar nada de nadie.

Me sale más barato pagar a alguien para que me ayude que pedir ayuda a mi familia.

Con vestido y sin bragas, que hay temporal.

El mundo laboral está lleno de enemigos, no seas tú mismo ni loco.

Nudozurdo y suspiros.

Pero me he bañado en el mar. No había nadie, agosto, nublado. El mar parece el mediterráneo.

Lunes lluvioso, ASÍ SÍ.

Las vacaciones en agosto mal y un agosto sin vacaciones también.

Me parece una puta vergüenza la cantidad de cosas que me dan completamente igual ya. Es indignante esto.

Lluvia y bienestar.

Estoy demasiado realizada, no me gusta.

No quiero trabajar, ni hoy ni nunca.

¿Metes los cuchillos hacia arriba en el lavavajillas? ¿Eres mala persona?

A qué iba yo a este recuerdo.

No sé qué me pasa pero es crónico.

Las cosas requieren mantenimiento y las personas cariño, que a veces nos confundimos.

Me dicen que soy selectiva como si fuera algo malo.

A mí no me da miedo morirme, me dan miedo cosas normales como hablar por teléfono, enamorarme o quedarme sin tabaco.

¿Cuántos veranos sobreviviremos?

Aquí estoy, maldiciendo al calor, pero sin fuerza.

Ventilador de techo, mantita en la tripa y siesta.

La seguridad que me aportan las mosquiteras no me la da mi contrato laboral indefinido.

Me han entrado ganas de insultar a Juan Dávila, pero mejor me echo la siesta.