Tragó saliva, sintiendo la flaqueza en las piernas, exhalando el suspiro trémulo y tímido. — T- tu... casa suena bien. Por la película, cla- claro. El tono de voz oscilaba entre pequeños gallos agudos.

El corazón comenzaba a latir con una fiereza poco coherente, enrojeciendo las mejillas y apretando la tela de la espalda con los dedos. — ¿Qui- quieres... pasar el día juntos?

— A- ah... Una risita nerviosa, rascándose la mejilla con el índice. — Estaba algo ocupada con el trabajo.

Aunque dudó unos momentos, terminó por corresponder. El calor de Trebor asemejaba una caricia directa al alma. — Estaba algo liada.

— No lo sé, supongo que depende. Quiero ver primero donde va a estar, que tendré a mano.

Pero si le hace compañía mejor

Por favor.

@oldmandaddy.bsky.social Miradita

Asoma

Anda medio dormida

Se lo come

Anda, no va a quejarse.

La ducha transcurriría en silencio, aunque por su parte no era amargo. Parecía concentrada, pensando en lo que iba a ocurrir.

— Bien... Un suspiro, poniendo rumbo al lugar.

|| MAÑANA ME PASO, PROMETIDO

— Va- vale.

— ¿Puedo curarme las manos antes de ir?

Lo rodea, escondiéndose contra él.

— ¿Como... como vamos a hacerlo?

Levantó la vista, el mentón. — ¿Cuando?

— ¿Hm? ¿Una sorpresa?

Con el temblor de ambas, terminó por devolver finalmente el abrazo, aferrándose a él con un pequeño siseo por el dolor de las pequeñas heridas. — Eres... extraño. — susurró contra el torso.

El corazón aumentó su ritmo de una forma desconocida. Era poderosa, absoluta. Casi parecía golpear totalitario con un fin que ella desconocía por completo. Su cuerpo rígido, las manos alzadas para colocarse sobre el abdomen de Trebor y notando aquel torso deformar la mejilla que

Existe.

Parpadeó, mirando la túnica en silencio unos segundos. Pero terminó por asentir, moviendo las manos con torpeza dolorida para empezar a retirarse la ropa. — Lo siento por las sirvientas. Me sabe mal darles más trabajo. — susurró, dejando la parte superior sobre la cama e inclinándose para soltar

— Supongo que tienes razón. Un suspiro, revoloteando entre los dos. — No... quiero mancharte de sangre. Debería ir a lavarme.

— Bueno, al final... soy yo quien la ha cagado dejando que me afecte.

— Depende como... tampoco me disgusta la idea de una amenaza por tu parte.

Una pequeña risita se escapó de sus labios mientras hundía el rostro contra su pecho. — Suena a que me amenazas de alguna manera — su tono se volvió ligeramente más dulce.

Sí, sonaba extraño. Pero no encontraba una forma coherente de negarse porque de alguna forma sentía algo quizá parecido. No sabía si lo mismo. — Su- supongo que es por las orejas... — decidió creer. Había demasiada gente que sentía una punzada de debilidad por esas peludas

Gel de gominola. — ¿Hm? Sí... que buen olfato tienes. Pareces un sabueso. — reía. — Mi sabuesito bonito y precioso. Alzó el mentón para apoyarlo sobre el torso, mirándolo desde abajo. — ¿Hoy tienes que trabajar?

— A- ah... no sé... no sé sus nombres. — comenzó a intentar hacer algo de memoria. — Una chica rubia así muy mona y alta, creo... ¿ojos verdes? No me... acuerdo bien. Ahm... y una así de pelo cortito también monísima. C- creo que pelo marroncito. Es que no... no he hablado con ellas nunca, no sé.

Aquello la aliviaba, y no le pediría nada más relacionado con eso. — Escuché... a un par de personas hablando por las visitas que te hago. Se... se cual es mi lugar y no pretendo presionar ni nada, no me estoy confundiendo. Es solo que... ya sé que no soy demasiado, escucharselo a la gente a veces

Cabecita contra su pecho, cerrando los ojos. — Hueles rico...

— ¿Y de... — dudó. No habían hablado del tema porque sabía que Vincent era particular con aquellas cosas, pero tras morderse el labio inferior, susurró excesivamente bajito — ... quererme?

— ¿Te arrepientes? De marcarme.

— Siento decepcionarte.

Fue un cambio que no pudo evitar que la sorprendiera, mirando a su alrededor con una inseguridad evidente, pero no exagerada. — Es... es bonito. — susurraba, casi como si temiera que alzar la voz pudiera quebrar el ambiente que respiraba. Se acomodó en la cama, notando lo mullida que era y dando

Entonces la caja terminó en el suelo. — Oh.

No oponía resistencia alguna. Sus pies se movieron y aquellas convers blancas y manchadas de gotitas carmesí se arrugaban en la punta cada vez que daba un paso nuevo. — ¿A dónde vamos? — preguntó en un susurro pequeño, cuidadoso.

— ¿Crees que alguna vez me podré arreglar, V?

Quiso evitar que la caja se viera perjudicada. Una mano la sostenía alejada del cuerpo de Vincent mientras la otra parecía dudar pues no quería mancharlo. — No puedes evitarme de mí misma. — susurró.

Parecía contemplar cada paso que He Xuan hacía sobre su piel, casi con una curiosidad apagada en algún lugar de la oscuridad de las pupilas oculta. Separó los labios con el amago de añadir algo, un suspiro tan largo como pesado que terminaba por el exhalar del aire de los pulmones.

Apartó la mirada hacia un lado, nerviosa tambolireó los dedos torpes por la caja. — Nadie, técnica...mente. — susurró. — Yo... misma. — los motivos eran una cosa diferente.

Lo miró durante unos segundos, pero bajaría la vista hasta la caja de nuevo. Brillaban algunos pedacitos de cristal, pero nada grave, en sus manos. — Nadie.

Aunque no mostraba dolor. Quizá lo sentía, quizá no. Quizá disimulada demasiado bien, quizá no había nada que ocultar. Miraba la forma en la que cada pequeño cristal dejaba el cobijo de su piel agujereada con cierta pesadez, después regresaba a mirar a He Xuan.

|| Maldita ola de calor ;;