El liderazgo público que reclama la Convención Americana de Derechos Humanos es aquel que no sólo comparte sus ideas y opiniones, sobretodo es aquel que cuida de las condiciones para que sus gobernados también lo puedan hacer sin temor a represalias, castigos o señalamientos ofíciales.

Por convicción -o reputación- NO se puede tolerar que una democracia conviva con una carnicería de periodistas.

Mantra para periodistas. No hagas malabares ajustando palabras para describir la realidad que quieres ver En cambio Esfuérzate en describir la realidad que tienes al frente, con todas las fuentes posibles y sin forzar una sola palabra. Llega a la conclusión, no partas de ella

Quien critica libremente se emancipa. Quién recibe las crítica puede: o bien aprender y mejorar gracias a quienes le controvierten, o enrocarse en la obsesión de su propia vanidad. Los primeros muestran credenciales democráticas, los segundos desnudan su cobardía autoritaria.

Dos golosinas indispensables del poder autoritario: el narcisismo por las ideas propias y la censura para las ideas ajenas. Reflejan a gritos el miedo a la democracia deliberativa y el pluralismo.

Uno de los momentos críticos de una democracia es cuando se confunde la victoria de ser mayoría con la tentación de asumir que se tiene carta abierta para restringir la libertad de expresión de quienes le controvierten. El pluralismo es un valor fundacional de la democracia.

La libertad que se usa deliberadamente para hacer daño es tan peligrosa como la posición autoritaria de quien no está en disposición de soportar críticas legítimas.

La libertad es una palabra tan poderosa que debe entenderse desde: i) la convicción sobre su trascendencia emancipadora; ii) la aceptación de sus riesgos iii) y la asignación adecuada de límites cuando proceda. Pero nunca, NUNCA, desde el clamor sectario y unilateral a su restricción.