loading . . . Bajo el Asfalto está la Huerta, el proyecto agroecológico de los movimientos sociales que quiere hacerse importante BAH! nació hace 25 años, en pleno auge del movimiento antiglobalización. Después de pasar momentos complicados, por el contexto económico y social, se encuentran en pleno proceso de relanzamiento con una campaña de crowdfunding y una estrategia colectiva para aumentar su base social
Breve historia de cómo los vecinos de Madrid plantaron árboles para exigir una ciudad mejor
A principios del siglo XX miles de jóvenes de todo el planeta salieron a la calle para oponerse a la globalización financiera, los tratados de libre comercio norte-sur desiguales y el neoliberalismo. Los movimientos sociales levantaron muchos proyectos comunitarios de distinta índole como forma de imaginar otros mundos posibles. Entre ellos, los agroecológicos que, con perspectiva social e intención de incidir en el mundo, proponían una forma novedosa de producir y consumir desde lo cercano y la colaboración.
En este contexto nació BAH! (Bajo el Asfalto Está la Huerta), una cooperativa de producción, distribución y consumo de productos agroecológicos que cumple ahora 25 años inmersa en un momento de redefinición del que quiere salir fortalecido. Para ello, están llevando a cabo una campaña de crowdfunding que alcanzó el mínimo que pedían y acabará próximamente.
BAH! cuenta con unas huertas en Perales de Tajuña y puntos de reparto en distintos barrios de Madrid, íntimamente ligados hasta la fecha con el tejido de los movimientos sociales de la ciudad. Su actividad comenzó, de manera acorde con el momento y su idiosincrasia, con la okupación por parte de 150 personas de terrenos de la Comunidad de Madrid entre San Fernando de Henares y Torrejón. Posteriormente evolucionaron a un modelo convencional de tenencia de la tierra, sin dejar de cultivar su característica forma horizontal de autoconsumo.
La lógica de BAH! se entrelazó desde pronto con la de otros proyectos de historia y pensamiento similares en busca de un consumo alternativo. “Son distintos proyectos que se agrupan en El Puchero, que piensan juntos relaciones entre campo y ciudad; en entretejer vínculos con el medio rural. Tenemos pues pan, huevos, aceite, jabón, miel y productos derivados, conservas…”, nos explica a pie de huerta Raquel, participante de BAH!.
Reunión de BAH! en el huerto
Según detalla, es un momento difícil para la agroecología, pero tienen un plan para volver a ponerla en primer término. Han tenido que enfrentar los vientos adversos del momento económico, especialmente lacerantes para un proyecto sin ánimo de lucro.
“No solo nosotras, todos los colectivos basados en la agroecología enfrentamos una situación bastante difícil por el aumento de costes, como los energéticos, de la gasolina…”. Explican cómo han incidido en su débil economía, por ejemplo, las restricciones para vehículos función de las etiquetas ambientales, señalando que no debería ser lo mismo tener que cambiar de furgoneta para ellos que para una gran corporación como Amazon.
“No es que estemos en contra de este tipo de medidas, que se hacen con una idea de sostenibilidad ambiental, pero que al final se miran desde una óptica muy parcial. Tenemos que hacer frente a estos gastos a pesar de que nuestros alimentos vienen de 35 kilómetros. Todo nuestro ciclo es ecológico”, explica.
Al momento económico, ha venido a sumarse el social, que ya no coincide con la explosividad de los primeros dos mil que vieron nacer el movimiento. La precariedad, la expulsión de la ciudad, el tono del momento político, o las prioridades puestas ante los ataques a la sanidad o la educación también han influido en que la agroecología acupe hoy en día un espacio menor entre los movimientos sociales, explican.
Esta situación los llevó a echar un poco el freno. Siguen cultivando y repartiendo con el trabajo voluntario de sus sesenta socios, pero ralentizaron la producción, que antes sumaba al trabajo voluntario el de personas asalariadas.
“Dijimos, vamos a parar y a repensar nuestro modelo, vamos a hablar con otros proyectos. Y estuvimos contactando con algunos referentes como el Parque Agroecológico Soto del Grillo, con Dani de Huertas Pepines, fuimos a visitar la CSA que está en Torremocha del Jarama, con Surco a Surco…” De este proceso de escucha y diálogo han surgido distintas ideas para avanzar en un proyecto más sostenible social y económicamente, del que el crowdfunding es solo una pieza más (aunque una importante para avanzar en la mejora técnica de la huerta). A partir de septiembre, vamos a seguir oyendo hablar mucho e BAH!, que quiere ampliar su base social, advierten con optimismo.
La misma situación de debilidad y de revitalización en marcha se está viviendo en los nodos de los barrios. Marianna participa del grupo de Tetuán, donde los dos grupos que había se fundieron en uno para trabajar juntos y capear los momentos de bajón. Explican que los últimos meses han sido duros, pero ven con optimismo la marcha del proyecto. “Esta tarde esperamos la llegada de calabacines y tomates”, dice.
Los nodos de los barrios no solo reciben y distribuyen las cestas –actualmente, el de Tetuán en la sede de la Asociación Vecinal San Nicolás-Dehesa de la Villa– sino que participan activamente de reuniones y plenarios con el resto de grupos de BAH!, organizan por turnos las los domingos verdes de trabajo en Perales y llevan a cabo una actividad política alrededor de la alimentación. “Por ejemplo, en la semana de lucha campesina, alrededor del 27 de abril, todos los años hacemos el reparto de los productos en la calle, en la Huerta del Zuloaga, para darle visibilidad”. Además, están participando en un proyecto conjunto con otros colectivos para fomentar la alimentación sostenible en el distrito.
Para terminar con la conversación, Raquel de BAH! vuelve otra vez sobre el carácter transformador de los proyectos agroecológicos y comunitarios. “Venir a la huerta es para muchas personas del colectivo muy importante porque hay determinados espacios y ciclos de los que en la ciudad no eres consciente. Una huerta es un espacio que está vinculado a los ciclos naturales, que te hace darte cuenta de que ha habido una sequía porque los ajos no han salido, por ejemplo. Si tú vas a un supermercado no puedes apreciarlo por esta lógica imperante del todo está disponible todo el tiempo siempre que puedas pagarlo”. En Bajo el Asfalto está la Huerta llevan un cuarto de siglo tratando de enseñar esa parte invisibilizada de la realidad mientras tratan de transformar el mundo desde la tierra. Y se están reorganizando para seguir haciéndolo durante mucho tiempo.
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