Con 14 años pasaba los veranos en un banco de Moratalaz con mi colega Larry. Si la casa estaba vacía subíamos a ver pelis, que nos salvaban del calor y el hastío. Todo ese cine de los 90. Un cine que contaba historias. Como el de @leondearanoa.bsky.social Privilegio inmenso hacer esto con él:

No creo que haya una sola niña en el mundo que vea Anora y piense "quiero ser prostituta". La película es descarnada con el tema, lo cual no quiere decir que sea solemne, ni didáctica. Su comedia se va envenenando hasta volverse indigesta. La vida es eso, una mezcla de tonos.

La gente me dice “todavía no tienes cara de padre”. Y yo vivo con pánico a que se me ponga esa cara. Que supongo que es mala cara. ¿No?

Qué buena es, por favor. No le cambiaba un frame.

Hay esta tendencia a hacer las ficciones frías, contenidas, secas, por este afán de acercarse mucho a la realidad. Y luego viene la realidad, con escenas como la del tipo este, el juez de Errejón, y se pasa de rosca, tono y todo. No hay Dios que contenga la realidad.

Apunte.

Un año más, una pequeña reivindicación para mis amigos académicos. Pensad en la enorme dificultad que entraña montar un documental cuando decidáis vuestros votos a mejor montaje. 🙏🏼 (No va por mí)

A veces me meto en mi Letterboxd y veo notas a películas que me sonrojan. Porque o no eran tan buenas, o no eran tan malas. Y confieso que edito la puntuación por puro pudor.

The bad and the beautiful. Toda la mierda de esta industria, sigue intacta 70 años después de este peliculón.