¿El tercer capítulo de The Last of Us? No estoy bien.

¿Será este el otoño en que me compre una gabardina de detective ojeroso, adicto al whisky y atormentado por haber perdido a su mujer mientras se obsesionaba con un caso sin resolver en los años 40?

Un poco enfadada con el final de Ozark. Por lo demás: me parece una seriaza y tanto Julia Garner como Laura Linney se merecen todos los premios del mundo.

Una de las razones por las que nunca iría a un reality es que me sentiría muy mal el día de la típica llamada emotiva de los familiares siendo la única concursante que no llora.

Qué bonitos son los atardeceres.

Fantaseando con vivir un concierto de los Manic Street Preachers a principios de los 90, vestida de leopardo, con purpurina en los ojos, una boa de plumas y Richey aún vivo.

Si alguna vez dejé a alguien sin responder, que no crea que seguí con mi vida como si nada. Probablemente piense en ello casi a diario, atormentándome con la idea de que ya es demasiado tarde y de que esa persona me guardará rencor eternamente.

Muy contenta con mis dos últimas elecciones mágicas.

Muchas veces pienso en la primera persona en el mundo que decidió mezclar patatas, huevos y cebolla... Devoró.

No sé si me parece más espeluznante la diferencia de trato de algunos chicos antes y después de aceptar que no tienen ninguna posibilidad contigo o el hecho de que ni siquiera intenten disimularlo.

Tengo que retomar el anime.

He decidido que quiero aprender a hacer un split (abrirse de piernas en el suelo) y va a ser uno de mis propósitos de año nuevo.

No voy a negar que me alegra que ya no esté mal visto odiar a Taylor Swift en público.

Podría vivir a base de salmorejo.

El remate de estas vacaciones ha sido volver a casa y ver que nos ha tocado el Silent Hill f en un sorteo. Preveo noches sin dormir.

Hemos pasado unos días chulísimos en Portugal.

Me acaban de confundir con una guiri francesa. Día arruinado.

A veces se me olvida que con 16 años me fui a Londres con una amiga para ver a My Chemical Romance por primera vez.

Hoy estoy viviendo por primera vez la experiencia de tener a un murciano en la cocina preparándome zarangollo.

Fallen Leaves (2023), Aki Kaurismäki.

He ido a la playa y una paloma se ha tumbado a tomar el solecito a mi lado. Puede que sea el mejor día de mi vida.

Acabamos de terminar la segunda temporada de 𝘖𝘻𝘢𝘳𝘬 y: chulísima.

Eugenie... The story of her journey into perversion (1970), Jesús Franco.

Anoche soñé que, estando aún en el instituto, un antiguo amigo se suic*daba y una de las monjas iniciaba una investigación para descubrir posibles motivos. Me citaba en su despacho y mi única aportación fue decir, entre sollozos: «es que le gustaban mucho los filósofos alemanes».

Tranquilita en la cama con mi pijama de Cinnamoroll, sábanas recién lavadas y una ligera brisa nocturna colándose por la ventana mientras leo sobre el proceso de blanquear de dinero (con fines puramente didácticos).

SÍ.

Echo de menos cuando el cine me absorbía por completo.

Estaba pensando en que, si volviese a la soltería, me daría muchísima pereza empezar a conocer a alguien de cero con fines románticos. Creo que solo querría estar tranquilita con mis gatos en un castillo gótico a las afueras de Transilvania.

Necesito que se vaya el calor y recuperar las ganas de hacer cosas que no sean ducharme con agua fría dos veces al día y tirarme en la cama en posición estrella de mar con el ventilador pegado a mi cara.

Me pone un poco triste la forma en que cada vez se hace más evidente que el verano y su disfrute es solo para los ricos.

Yo: ojalá durar más de dos días seguidos sin tener pesadillas. Yo también, un día cualquiera a la 1:46 am: supongo que tendré que ver un vídeo en el que se ve de forma totalmente explícita cómo descuartizan a tres chavales de un grupo terrorista ecuatoriano.

Puede que una de mis fantasías sexuales ahora mismo sea tener una cocina con lavavajillas.

Después de tener pesadillas casi a diario durante meses, anoche soñé con Pedro Pascal. Supongo que fue un golpe de Estado onírico.

La verdad es que, teniendo en cuenta que no soy una persona especialmente constante, me siento muy orgullosa de mí misma por lo mucho que lo estoy siendo desde hace ya casi un año con todo el tema del ejercicio.

2:31 am Viendo vídeos sobre ataques de orcas a humanos.

Mirad qué guapa en mi habitación.

Tuve la maravillosa idea de ponerme el último álbum de Ethel Cain para entrenar y he tenido que abortar misión a la segunda canción por miedo a dejar caer una barra de 20 kg sobre mi cuello.

Había una señora mayor delante de mí en la cola del supermercado y ha salido corriendo mientras decía "ay, que se me olvida una cosa importantísima". Era un paquete de kikos. He visto mi futuro.

Me parece bochornoso que aún no se haya redactado ningún tratado internacional que prohíba tener que estudiar en plena ola de calor.

Amo desayunar.

Después de un inicio de semana un tanto torcido, pasado mañana estreno lavadora y sartenes nuevas. Dios aprieta, pero no ahoga.

Pocas personas famosas me dan más pereza en este momento que Sydney Sweeney. Necesito que se vaya de retiro chamánico al desierto o lo que sea que hacen las blancas millonarias y no saber más de ella durante una temporada.

Ojalá volviesen los tazos de Pokémon en los paquetes de patatas a 30 céntimos.

Que haya gente capaz de abandonar a sus mascotas es algo que jamás llegaré a comprender.

Gracias supongo a los quince (15) mosquitos que me picaron anoche por pensar que tengo unas piernas maravillosas.

He tomado el sol, me he bañado en la piscina durante horas, hemos hecho barbacoa y ahora estoy tumbada en una hamaca del jardín escuchando el canto de los grillos. Podría vivir así.

🌱

No puedo evitar ver a Sabrina Carpenter y pensar en que podría protagonizar un biopic sobre los primeros años de Aramís Fuster