loading . . . Cuando terminé de leer _Metamorfosis_ , el último libro de Yayo Herrera no sabía bien qué había tenido en mis manos. Podría haber sido un ensayo sobre el estado del mundo y del planeta, un llanto de quien sufre en su propia piel el dolor que la avaricia humana inflige a la naturaleza y a la inmensa mayoría de los seres humanos, apuntes para una denuncia en cualquier juzgado de guardia por «ecocidio que lleva al genocidio», trazos de una autobiografía intelectual, una propuesta de acción política, la manifestación transparente del compromiso personal de una mujer que no ha dejado de luchar con coherencia, el testimonio analítico de una feminista que vive como piensa y piensa en función de como vive… He encontrado todo eso en _Metamorfosis_ y quizá mucho más porque es una obra que, sobre todo, me ha hecho pensar y sentir la incomodidad que inevitablemente produce tomar conciencia una vez más de lo urgente que es actuar y saber que no estamos haciendo lo suficiente para frenar la debacle que el capitalismo está produciendo; no ya en la economía y las instituciones, o en el planeta por supuesto, sino en el interior más profundo de los seres humanos.
Intuyo que esta última obra de Yayo Herrero puede tener de todo eso porque es un reflejo fiel de su formación plural. Es ingeniera, antropóloga, educadora y una mujer de acción, no sólo con capacidad para pensar, sino también para crear y actuar y para enseñar a que también lo hagan las personas que tiene a su alrededor. Y todo eso se deja ver constantemente en el libro. También, porque Yayo es plenamente consciente de que los problemas complejos requieren, como enseñó Edgar Morin, pensamiento de la misma naturaleza, capaz de entrelazar y tejer entre sí todos los componentes de la realidad, sin cuartearla ni presentarla como un mosaico de piezas aisladas que se analizan con especialidades artificiales del conocimiento que terminan por difuminarla e incluso ocultarla.
La forma literaria y a veces tan personal de ir deshilando sus argumentos puede hacer creer que el este libro es un canto de sirena, en el mejor de los sentidos, una filosofía que se lleva el viento. Pero es mucho más. En realidad, detrás de una prosa que llega a ser intimista, hay una hoja de ruta, una guía para la acción, el protocolo vital que requiere la metamorfosis, ahora en minúscula, que nuestra especie necesita para recomponerse y evitar -digámoslo sin tapujos- su propia autoaniquilación. No es sólo una llamada a la revolución sino un auténtico manual, aunque con la extensión del libro sólo pueda ser apuntado, para poner en marcha el cambio antropológico que es preciso llevar a cabo cuando se quieren producir transformaciones sociales profundas.
En el libro se deja claro lo que, a mi juicio, ha sido el mayor y más trágico olvido de las grandes corrientes de las izquierdas convencionales de nuestro tiempo: no basta con diseñar proyectos idílicos ni escribir largas listas de deseos hechos con el mismo lenguaje político que el del poder establecido, ni tampoco con llegar -si se llega o si eso fuera posible- a controlar las instituciones. Es imprescindible, por el contrario, hacer una política diferente que responda a una cultura, a principios y a impulsos éticos diferentes, hecha con otra alma porque se ha cambiado la vieja (¡ay, que eso tuviera que enseñarlo y ponerlo en práctica mejor que nadie Margaret Tatcher y el neoliberalismo!), construyendo un contrapoder que no oprima sino que ame y cuide y, sobre todo, construyendo desde ya las experiencias que permitan ver hoy el mañana. Es decir, no sólo hace falta hacer sino también ser de otro modo. Lo escribe claramente Yayo Herrero en su libro y seguramente mejor que yo lo acabo de apuntar: «Luchar contra lo monstruoso, sin convertirnos en un monstruo, ese es el enorme reto» (p. 225).
Es obvio que en _Metamorfosis_ no está todo lo que hay que poner sobre la mesa en debates como los que Yayo Herrero aborda en sus páginas. Pero yo creo que todo lo que está en ese libro es imprescindible cuando lo que se pretende es lo que hay que pretender cuando se está en estado de emergencia: avanzar sin atajos. Y, como dice Yayo Herrero en su libro con toda la razón (p. 241), hacer hoy día política sin atajos es nada más y nada menos que poner la vida en el centro.
Sobre por qué hay que hacerlo y cómo actuar para conseguirlo es de lo que trata su obra y por eso me parece que es de lectura tan sugerente como gratificante y yo diría que hoy día imprescindible.
Como no quiero que este comentario pueda parecer un simple panegírico del libro, mencionaré lo que creo que a mi modesto modo de ver le sobra: la etiqueta de ecofeminista. No termino de entender que el pensamiento llamémosle progresista, transformador o como se quiera denominar, tenga esa constante necesidad de autoidentificarse, estableciendo cada vez que lo hace barreras con otros enfoques con los que en realidad coincide en mucho más que en lo fundamental. No estoy seguro de que de esa forma se ayude a consolidar y difundir el pensamiento y las propuestas del sentido común de especie que, en mo modesta opinión, son las que expone y defiende Yayo Herrero. No critico el etiquetaje, simplemente digo que no lo entiendo bien. En todo caso, esto que acabo de señalar de ningún modo va en demérito de su libro, como creo que es evidente.
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